Durante millones de años las manadas humanas estuvieron acostumbradas a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad, la cual creían que los conduciría apropiadamente.
Y aún siguen creyendo y esperando que otro, con sus extraordinarios poderes, pueda responder a sus espectativas.
Toda la perspectiva que tienen de la vida está basada en esa autoridad, aunque, como sabemos, los defrauda una y otra vez.
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