Nadie, por muy talentoso y esforzado que sea, puede traer la cumbre de la montaña al valle.
Si se quiere llegar a la cima de la montaña se ha de atravesar el valle y trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios.
Para poder percibir la Realidad tal y como es no es posible descenderla hasta nuestro pobre criterio.
Y mucho menos es posible siquiera vislumbrarla a través de las brumas que exhalan las iglesias, partidos políticos, instituciones académicas y toda clase de organizaciones. Todo lo que ellas proclaman no tiene valor alguno.
La organización es un contenedor artificial dentro del cual sus miembros son forzados a encajar convenientemente.
Las organizaciones no se esfuerzan por alcanzar a percibir la Realidad objetiva, o la cumbre de la montaña, sino que más bien tallan para sí mismos un nicho conveniente donde se colocan, o dejan que la organización los coloque, y consideran que, debido a eso, la organización ha de conducirlos hacia la Verdad.
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